Navidad en Londres (Día 3 de Enero)
Este día nos levantamos a las 9:30. Después de hacernos el lavado del gato bajamos a recepción a pedir de nuevo la llave de la habitación para el equipaje, ya que dejamos la habitación, pero las maletas las dejamos encerradas hasta que volvamos a por ellas a medio día.
Nos metemos en el metro en la estación de Pimlico, que está al lado del albergue y esta vez salimos por Tower Hill. Mientras Edu se para a comprar las entradas para ver la Torre de Londres por dentro (que el día anterior nos cerraron casi en las narices) yo me acerco a por otro par de cafés para llevar y unas napolitanas. Desde que compramos el primer café para llevar en una cafetería al lado del Museo de Historia Natural, nos dimos cuenta de que se convertiría en costumbre durante el resto del viaje, y así fue.
Nos metemos en el metro en la estación de Pimlico, que está al lado del albergue y esta vez salimos por Tower Hill. Mientras Edu se para a comprar las entradas para ver la Torre de Londres por dentro (que el día anterior nos cerraron casi en las narices) yo me acerco a por otro par de cafés para llevar y unas napolitanas. Desde que compramos el primer café para llevar en una cafetería al lado del Museo de Historia Natural, nos dimos cuenta de que se convertiría en costumbre durante el resto del viaje, y así fue.
Desayunamos mientras hacemos cola para entrar en la Torre y cuando por fin entramos vemos que hay una gran aglomeración de gente alrededor de un Beefeater. Este hombre estaba delante de Traitors Gate explicando su historia de forma muy amena. La gente estaba bastante entretenida, se reía de vez en cuando, y tenía una pinta genial si no fuese porque me parecen un coñazo las aglomeraciones a la hora de hacer turismo. Así que Edu y yo hicimos una ruta alternativa, sobre la marcha, para evitar la visita guiada. De vez en cuando, de todas formas, coincidíamos con este grupo o con otro, y nos entreteníamos un poco escuchando las historias que contaban los Beefeaters.
Subimos por las murallas, donde había dispersas algunas estatuas de guardias hechos de forja, además de pequeños altavoces con sonido de guerra de fondo. De vez en cuando, en alguna torre hay algunas armas y armaduras medievales (ballestas, cascos…) y a su lado un cartel que pone: “En caso de ataque, por favor, úselas para defender la Torre”. Por supuesto, nosotros las usábamos xD. Una de las veces, para hacerme una foto, me dirijo a otro señor que había por allí y empiezo a hablarle en mi mal inglés para pedirle que nos hiciese una foto. A lo que el señor responde muy serio y en castellano: “Vale, te hago la foto”. Me quedé en fuera de juego al darme cuenta de que estaba destrozando el inglés para hablarle a un español. Jeje.
Vimos también las joyas de la corona. Que si la corona de la Reina Victoria , que si el cetro de ceremonia de nosequién, que si la capa de oro de nosecuantos… vamos que no quiero ni pensar el pastizal que debe costar todo lo que hay allí encerrado y custodiado por la Guardia Real. Dimos otra vuelta por la Torre , viendo a los famosos cuervos y nos acercamos a un punto donde hay una pequeña escultura de cristal que se supone que marca la zona donde eran ejecutados los traidores que tenían cierto renombre: reinas (como Ana Bolena), condes, barones y demás. A esta gente los ejecutaban en privado, lejos de las miradas del pueblo para que no se causase ninguna revuelta durante la ejecución.
Después nos acercamos al albergue a recoger las maletas que habíamos dejado allí encerradas, porque teníamos que irnos para el aeropuerto. Al volver al metro vemos que nuestras Oyster Cards no tienen suficiente saldo ni para dejarnos entrar, y da la casualidad de que no llevamos mucho suelto encima, así que nos vemos obligados a hacer una recarga de £5, de las cuales nos sobraron £4, pero bueno. Se supone que la Oyster Card no caduca, así que ahí están para cuando volvamos.
En la estación de St. Pancras subimos a un tren y luego cambiamos a un autobús que nos dejaba en el aeropuerto. Mientras hacíamos tiempo esperando nuestro vuelo que acabó saliendo con 1 hora de retraso, me compré un libro de Harry Potter ya que me hacía ilusión llevarme como recuerdo algún libro en inglés. Sinceramente hubiese preferido uno de Sherlock Holmes, o al menos algo más Londinense que Harry Potter, pero tampoco había mucha variedad donde elegir.
Poco después de la espera subimos al avión y volvimos a España donde nos esperaba un amigo para quemar esa noche en Madrid.
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