Navidad en Londres (Día 2 de Enero)
Esta mañana al levantarnos, Edu se entretuvo en zarandear las literas al subirse a su cama a coger algo, sólo con el objetivo de volver a molestar al francés que duerme en la cama de debajo. Una vez vestidos y aseados, salimos del albergue y volvimos de nuevo al metro. Nos bajamos en Oxford St. donde de nuevo compramos unos cafés para llevar y un muffin para mí, y una especie de galleta gigante con trozos de chocolate para Edu.
Dimos una vuelta a la manzana del British Museum, hasta que llegamos a la entrada. De nuevo nos encontramos con que la entrada es libre y gratuita. ¿Quién dijo que Londres era caro? Jeje. Nada más entrar te encuentras en el Gran Atrio de la Reina Isabel II que fue reformado por el estudio de Norman Foster en el 2000. Después de hacer unas cuantas fotos al atrio, que me pareció precioso, nos dirigimos desde allí a ver la colección de Antiguo Egipto y Persia. Vimos la piedra de Rosetta, estatuas egipcias, momias, sarcófagos, grabados, etc. Luego pasamos a ver la parte de la Edad Media Europea, donde había algunas espadas, yelmos, brazaletes, monedas… Poco después salimos de allí a sabiendas de que nos dejábamos atrás muchas colecciones que merecía la pena ver. Pero por desgracia no teníamos tanto tiempo. Nos parecía que habíamos estado sólo un rato, y llevábamos casi toda la mañana allí. Habrá que esperar al siguiente viaje a Londres para ver más del British Museum.
A la salida del Museo Británico hicimos algunas llamadas de teléfono. Una de ellas a un amigo que nos había enviado esta misma mañana un mensaje en el que nos preguntaba como lo estábamos pasando y nos decía que acababa de volver de la fiesta de nochevieja. Le llamamos y después de hablar un rato, quedamos en que nos veríamos a nuestra vuelta, en Madrid, en la estación de metro de Bajaras. Se haría sus buenas 4 horas y pico de tren para recibirnos a nuestra vuelta a España, salir con nosotros una noche por Madrid, y volver en coche a Jaén al día siguiente. Pero eso es otra historia que irá a su debido tiempo jeje.
Después del British Museum nos acercamos a Covent Garden Market. Aquí había algún que otro espectáculo callejero. Que si un mago por aquí, que si un grupo de música por allí animando a la gente a golpe de violín, que si un señor bailando el Limbo… y todo montado entre tiendas donde puedes comprar tus regalos para la familia y los amigos. Un lugar bastante curioso y bonito, la verdad. Aquí buscamos algo que comer, pero todo lo que había eran puestos ambulantes de perritos calientes y demás que no nos inspiraban demasiada confianza.
Luego decidimos ir a la Torre de Londres. Al salir del metro, cruzamos London Bridge hasta la orilla sur, para tener buenas vistas tanto de la Torre de Londres, como de Tower Bridge. Por las cercanías del Ayuntamiento (también diseñado por Norman Foster) intentamos de nuevo comer algo, pero los sitios que encontrábamos o eran demasiado caros, o no nos terminaban de convencer. Cerca del ayuntamiento se nos ocurrió repetir gamberrada y dar algún susto. Al final lo hicimos, pero no resultó tan gracioso como el susto de nochevieja. Al final volvimos a cruzar a la orilla norte, esta vez ya por Tower Bridge. Y delante de la Torre nos aburrimos de buscar algún sitio decente y acabamos pidiendo para comer una beef burger y hot dog para mí, y chicken & chips para Edu.
Para cuando terminamos de comer, ya era demasiado tarde para visitar la Torre de Londres. Así que retrocedimos sobre nuestros pasos, paseando por la City , hasta St. Pauls Cathedral. Durante el camino nos fue anocheciendo y cuando llegamos a la catedral nos sentamos un rato a descansar y disfrutar de las vistas de la catedral iluminada, el tráfico londinense, con sus clásicos autobuses rojos de dos plantas, sus taxis negros y de las luces de navidad que había instaladas por la calle.
Dimos otra vuelta por la ciudad, hasta King’s Cross para enterarnos de que tren tendríamos que coger al día siguiente para ir al aeropuerto de Luton. Una vez en la estación compramos nuestros billetes y nos fuimos dando otra vuelta por la ciudad hasta que nos sentimos suficientemente cansados y nos metimos en una estación de metro para volver al albergue.
Un dato curioso que nos pasó este día, es que cuando vemos alguna chica mona, entre nosotros la llamamos “cachonda”. Pues con la barrera del idioma de por medio, no teníamos reparo ninguno de en voz alta decirnos uno al otro cosas como: “Mira que cachonda paseando al perro”, “Oh! Una cachonda haciendo footing!”, etc. Pues una de las veces que hemos subido al metro, había un asiento libre al lado de una chica morena de pelo liso y ojos azules con la vista clavada en un libro. Para variar, le digo a Edu: “¿Te vas a sentar al lado de la cachonda?” a lo que él responde: “¡Claro!”. Hasta ahí todo dentro de la normalidad, pero la chica alza la mirada hacia nosotros, vemos como aguanta la sonrisa, y devuelve la mirada al libro. Le echamos un ojo al libro. ¡Y nos damos cuenta de que está en castellano! Dos paradas después, la chica se levanta, pasa por nuestro lado y se baja del metro. Edu y yo automáticamente nos miramos y nos empezamos a reír de ver el espectáculo que vamos montando lo queramos o no.
Ya en el albergue, después de cenar, nos encontramos con un grupo de españolas que llegaban en ese momento. Los dos nos alegramos de ver gente que hablaba nuestro idioma y con la que podíamos mantener una conversación amena. No como con el resto de la gente del albergue, que cruzábamos dos frases de cortesía y acto seguido nos volvían a hacer el vacío, y volvían a jugar al scrabble o a meter la cabeza en su facebook. Edu y yo estuvimos un rato en la sala común jugando a las cartas, pero el grupo de españolas no volvió a aparecer. Así que nos fuimos a la cama a dormir, que estábamos bastante cansados. Al abrir la puerta de la sala común para irnos, a Edu se le ocurrió gritar “¡¿Cachondaaaa?!”. Me eché a reír y le pregunté que carajo hacía. A lo que me responde: “Ahora hay españolas. Si me escuchan y les hace gracia a ellas también… eso que llevo adelantado”. Jajajajaja ¡¡Vivir para ver!!
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Dimos una vuelta a la manzana del British Museum, hasta que llegamos a la entrada. De nuevo nos encontramos con que la entrada es libre y gratuita. ¿Quién dijo que Londres era caro? Jeje. Nada más entrar te encuentras en el Gran Atrio de la Reina Isabel II que fue reformado por el estudio de Norman Foster en el 2000. Después de hacer unas cuantas fotos al atrio, que me pareció precioso, nos dirigimos desde allí a ver la colección de Antiguo Egipto y Persia. Vimos la piedra de Rosetta, estatuas egipcias, momias, sarcófagos, grabados, etc. Luego pasamos a ver la parte de la Edad Media Europea, donde había algunas espadas, yelmos, brazaletes, monedas… Poco después salimos de allí a sabiendas de que nos dejábamos atrás muchas colecciones que merecía la pena ver. Pero por desgracia no teníamos tanto tiempo. Nos parecía que habíamos estado sólo un rato, y llevábamos casi toda la mañana allí. Habrá que esperar al siguiente viaje a Londres para ver más del British Museum.
A la salida del Museo Británico hicimos algunas llamadas de teléfono. Una de ellas a un amigo que nos había enviado esta misma mañana un mensaje en el que nos preguntaba como lo estábamos pasando y nos decía que acababa de volver de la fiesta de nochevieja. Le llamamos y después de hablar un rato, quedamos en que nos veríamos a nuestra vuelta, en Madrid, en la estación de metro de Bajaras. Se haría sus buenas 4 horas y pico de tren para recibirnos a nuestra vuelta a España, salir con nosotros una noche por Madrid, y volver en coche a Jaén al día siguiente. Pero eso es otra historia que irá a su debido tiempo jeje.
Después del British Museum nos acercamos a Covent Garden Market. Aquí había algún que otro espectáculo callejero. Que si un mago por aquí, que si un grupo de música por allí animando a la gente a golpe de violín, que si un señor bailando el Limbo… y todo montado entre tiendas donde puedes comprar tus regalos para la familia y los amigos. Un lugar bastante curioso y bonito, la verdad. Aquí buscamos algo que comer, pero todo lo que había eran puestos ambulantes de perritos calientes y demás que no nos inspiraban demasiada confianza.
Luego decidimos ir a la Torre de Londres. Al salir del metro, cruzamos London Bridge hasta la orilla sur, para tener buenas vistas tanto de la Torre de Londres, como de Tower Bridge. Por las cercanías del Ayuntamiento (también diseñado por Norman Foster) intentamos de nuevo comer algo, pero los sitios que encontrábamos o eran demasiado caros, o no nos terminaban de convencer. Cerca del ayuntamiento se nos ocurrió repetir gamberrada y dar algún susto. Al final lo hicimos, pero no resultó tan gracioso como el susto de nochevieja. Al final volvimos a cruzar a la orilla norte, esta vez ya por Tower Bridge. Y delante de la Torre nos aburrimos de buscar algún sitio decente y acabamos pidiendo para comer una beef burger y hot dog para mí, y chicken & chips para Edu.
Para cuando terminamos de comer, ya era demasiado tarde para visitar la Torre de Londres. Así que retrocedimos sobre nuestros pasos, paseando por la City , hasta St. Pauls Cathedral. Durante el camino nos fue anocheciendo y cuando llegamos a la catedral nos sentamos un rato a descansar y disfrutar de las vistas de la catedral iluminada, el tráfico londinense, con sus clásicos autobuses rojos de dos plantas, sus taxis negros y de las luces de navidad que había instaladas por la calle.
Dimos otra vuelta por la ciudad, hasta King’s Cross para enterarnos de que tren tendríamos que coger al día siguiente para ir al aeropuerto de Luton. Una vez en la estación compramos nuestros billetes y nos fuimos dando otra vuelta por la ciudad hasta que nos sentimos suficientemente cansados y nos metimos en una estación de metro para volver al albergue.
Un dato curioso que nos pasó este día, es que cuando vemos alguna chica mona, entre nosotros la llamamos “cachonda”. Pues con la barrera del idioma de por medio, no teníamos reparo ninguno de en voz alta decirnos uno al otro cosas como: “Mira que cachonda paseando al perro”, “Oh! Una cachonda haciendo footing!”, etc. Pues una de las veces que hemos subido al metro, había un asiento libre al lado de una chica morena de pelo liso y ojos azules con la vista clavada en un libro. Para variar, le digo a Edu: “¿Te vas a sentar al lado de la cachonda?” a lo que él responde: “¡Claro!”. Hasta ahí todo dentro de la normalidad, pero la chica alza la mirada hacia nosotros, vemos como aguanta la sonrisa, y devuelve la mirada al libro. Le echamos un ojo al libro. ¡Y nos damos cuenta de que está en castellano! Dos paradas después, la chica se levanta, pasa por nuestro lado y se baja del metro. Edu y yo automáticamente nos miramos y nos empezamos a reír de ver el espectáculo que vamos montando lo queramos o no.
Ya en el albergue, después de cenar, nos encontramos con un grupo de españolas que llegaban en ese momento. Los dos nos alegramos de ver gente que hablaba nuestro idioma y con la que podíamos mantener una conversación amena. No como con el resto de la gente del albergue, que cruzábamos dos frases de cortesía y acto seguido nos volvían a hacer el vacío, y volvían a jugar al scrabble o a meter la cabeza en su facebook. Edu y yo estuvimos un rato en la sala común jugando a las cartas, pero el grupo de españolas no volvió a aparecer. Así que nos fuimos a la cama a dormir, que estábamos bastante cansados. Al abrir la puerta de la sala común para irnos, a Edu se le ocurrió gritar “¡¿Cachondaaaa?!”. Me eché a reír y le pregunté que carajo hacía. A lo que me responde: “Ahora hay españolas. Si me escuchan y les hace gracia a ellas también… eso que llevo adelantado”. Jajajajaja ¡¡Vivir para ver!!
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