Navidad en Londres (Epílogo)
Llegamos a Madrid, y cuando salimos de la estación de metro encontramos a nuestro pobre amigo Huete esperándonos desde hace hora y pico (sumado al viaje en tren desde Jaén) porque no sabía nada del retraso del vuelo, y nosotros con los móviles apagados durante el trayecto tampoco pudimos avisarle.
Recuperamos sin problemas mi coche que había dejado aparcado y abandonado a su suerte. Hicimos las clásicas llamadas a las familias para confirmar que habíamos llegado bien… y de nuevo al albergue de Madrid a soltar las cosas e irnos a cenar algo por ahí y contar todo lo que nos había pasado en estos días.
Después de la cena, una ducha y ponernos un poco al día. Salimos a la calle, y nos encontramos que ninguno de los tres sabía por donde movernos para salir a dar una vuelta por Madrid. Edu automáticamente llama a una amiga a ver si le puede dar algún dato, dirección, local o pista de donde podíamos meternos. Y yo acabo haciendo lo mismo enviando un sms a otra amiga a ver si nos podía ayudar un poco. Una nos dice que nos vayamos a Huertas, a un local llamado Rainbow. Y la otra que vayamos a Gabbana en Velázquez. Al final nos decidimos por Huertas que está más cerca de donde estamos.
Rainbow es un local de estética y música heavy. Eso sí, es bastante tranquilo, con su camarero con camiseta de los maiden y pelo largo que te trae tu jarra de cerveza a la mesa. Para salir esta noche me dio por ponerme la camiseta que compré en Londres de los Sex Pistols. Y en este local, un personaje bastante peculiar al que apodamos “El Cumanés” se puso a hablar con nosotros cuando me vio puesta la camiseta. Empezó a contarnos que un amigo suyo había muerto de cirrosis hepática y que durante su entierro pusieron la versión de My Way por los Sex Pistols. Que si los punks bailando en el entierro, que si al hermano del fallecido lo había atropellado un camión un año antes (o después, no recuerdo bien), que si él era más heavy que punk, aunque le gustaba el punk también, que si pitos, que si flautas… que pagamos nuestras cervezas y cambiamos de local dejando allí a semejante personaje hablando solo.
Salimos del local y nos ponemos a buscar otro distinto, pero esta vez menos heavy. La calle Huertas está llena de esa especie de buitres llamados “relaciones públicas” que te abordan cada cinco metros para ofrecerte que te metas en su local, que mola un montón, que veréis como hay niñas guapas, que la música está muy bien, blablablablabla.
Uno de tantos que nos abordó, después de contarnos la película y nosotros acabar accediendo a entrar, nos acompaña a la puerta del local y nos da unos tickets de 2 copas al precio de una (9€). No se en Madrid, pero si en Jaén le dices a alguien que 2 copas por 9€ es una oferta, no sólo se ríe en tu cara, sino que además llama por teléfono a sus amigos para que se rían ellos también un rato. Total, que de todas formas nos decidimos a entrar. Eso sí, 2 metros antes de llegar a la puerta oigo a uno de mis amigos que dice en plan cachondeo: "Pero si suena zapatillas, nos vamos. ¡eh!" Nos reímos. Abro la puerta. Doy dos pasos dentro del pub. Me paro en seco. Me doy la vuelta para no dejar entrar a mis amigos. Mis amigos ponen cara de: “¿Qué te pasa? ¡Tira pa’ dentro!”. Y en ese momento se oye por los altavoces un estribillo: “Quiero entrar en tu garito con zapatillas, que no me miren mal al pasar…”. Evidentemente, salimos del pub a carcajada limpia ante la mirada atónita del pobre chaval que nos había convencido para que entrásemos. ¡Pero si no habéis estado ni 2 segundos! ¿No os ha gustado el sitio? – pregunta el infeliz. Entre risas le devolvimos sus tickets 2x1 mientras le contamos lo que nos acababa de pasar.
Después de probar suerte en varios sitios, acabamos dando con un local donde estuvimos bastante tranquilos, tomando una cerveza, escuchando a Jimi Hendrix, Guns ‘n’ Roses y Cream entre otros clásicos. Después de tomarnos alguna cervecita aquí nos fuimos a la cama. No sin antes cruzarnos de nuevo un par de veces con “El Cumanés” por la calle.
A la mañana siguiente Huete y yo nos levantamos y nos pusimos a desayunar café y tostadas en el comedor del albergue. El café sabía a rayos, pero bueno. Ya desayunados volvimos a entrar en la habitación y vimos que Edu era el único que quedaba dentro, así que lo despertamos y poco después dimos una vuelta por el rastro, sacamos el coche del parking y salimos de vuelta para Jaén.
En el viaje de vuelta fuimos escuchando música, recordando lo que nos pasó a cada uno durante estos días, viendo de nuevo las fotos y videos hechos durante el viaje y en general disfrutando de una vuelta a casa de tres buenos amigos.
Recuperamos sin problemas mi coche que había dejado aparcado y abandonado a su suerte. Hicimos las clásicas llamadas a las familias para confirmar que habíamos llegado bien… y de nuevo al albergue de Madrid a soltar las cosas e irnos a cenar algo por ahí y contar todo lo que nos había pasado en estos días.
Después de la cena, una ducha y ponernos un poco al día. Salimos a la calle, y nos encontramos que ninguno de los tres sabía por donde movernos para salir a dar una vuelta por Madrid. Edu automáticamente llama a una amiga a ver si le puede dar algún dato, dirección, local o pista de donde podíamos meternos. Y yo acabo haciendo lo mismo enviando un sms a otra amiga a ver si nos podía ayudar un poco. Una nos dice que nos vayamos a Huertas, a un local llamado Rainbow. Y la otra que vayamos a Gabbana en Velázquez. Al final nos decidimos por Huertas que está más cerca de donde estamos.
Rainbow es un local de estética y música heavy. Eso sí, es bastante tranquilo, con su camarero con camiseta de los maiden y pelo largo que te trae tu jarra de cerveza a la mesa. Para salir esta noche me dio por ponerme la camiseta que compré en Londres de los Sex Pistols. Y en este local, un personaje bastante peculiar al que apodamos “El Cumanés” se puso a hablar con nosotros cuando me vio puesta la camiseta. Empezó a contarnos que un amigo suyo había muerto de cirrosis hepática y que durante su entierro pusieron la versión de My Way por los Sex Pistols. Que si los punks bailando en el entierro, que si al hermano del fallecido lo había atropellado un camión un año antes (o después, no recuerdo bien), que si él era más heavy que punk, aunque le gustaba el punk también, que si pitos, que si flautas… que pagamos nuestras cervezas y cambiamos de local dejando allí a semejante personaje hablando solo.
Salimos del local y nos ponemos a buscar otro distinto, pero esta vez menos heavy. La calle Huertas está llena de esa especie de buitres llamados “relaciones públicas” que te abordan cada cinco metros para ofrecerte que te metas en su local, que mola un montón, que veréis como hay niñas guapas, que la música está muy bien, blablablablabla.
Uno de tantos que nos abordó, después de contarnos la película y nosotros acabar accediendo a entrar, nos acompaña a la puerta del local y nos da unos tickets de 2 copas al precio de una (9€). No se en Madrid, pero si en Jaén le dices a alguien que 2 copas por 9€ es una oferta, no sólo se ríe en tu cara, sino que además llama por teléfono a sus amigos para que se rían ellos también un rato. Total, que de todas formas nos decidimos a entrar. Eso sí, 2 metros antes de llegar a la puerta oigo a uno de mis amigos que dice en plan cachondeo: "Pero si suena zapatillas, nos vamos. ¡eh!" Nos reímos. Abro la puerta. Doy dos pasos dentro del pub. Me paro en seco. Me doy la vuelta para no dejar entrar a mis amigos. Mis amigos ponen cara de: “¿Qué te pasa? ¡Tira pa’ dentro!”. Y en ese momento se oye por los altavoces un estribillo: “Quiero entrar en tu garito con zapatillas, que no me miren mal al pasar…”. Evidentemente, salimos del pub a carcajada limpia ante la mirada atónita del pobre chaval que nos había convencido para que entrásemos. ¡Pero si no habéis estado ni 2 segundos! ¿No os ha gustado el sitio? – pregunta el infeliz. Entre risas le devolvimos sus tickets 2x1 mientras le contamos lo que nos acababa de pasar.
Después de probar suerte en varios sitios, acabamos dando con un local donde estuvimos bastante tranquilos, tomando una cerveza, escuchando a Jimi Hendrix, Guns ‘n’ Roses y Cream entre otros clásicos. Después de tomarnos alguna cervecita aquí nos fuimos a la cama. No sin antes cruzarnos de nuevo un par de veces con “El Cumanés” por la calle.
A la mañana siguiente Huete y yo nos levantamos y nos pusimos a desayunar café y tostadas en el comedor del albergue. El café sabía a rayos, pero bueno. Ya desayunados volvimos a entrar en la habitación y vimos que Edu era el único que quedaba dentro, así que lo despertamos y poco después dimos una vuelta por el rastro, sacamos el coche del parking y salimos de vuelta para Jaén.
En el viaje de vuelta fuimos escuchando música, recordando lo que nos pasó a cada uno durante estos días, viendo de nuevo las fotos y videos hechos durante el viaje y en general disfrutando de una vuelta a casa de tres buenos amigos.
Capítulo anterior: Navidad en Londres (Día 3 de Enero)
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