Navidad en Francia (Día 1)
Como dije en el prólogo, nos levantamos bien temprano, aún de noche. Preparamos un par de cafeteras. Una para ayudarnos a despertarnos y otra para meterla en un termo y llevárnosla para el camino. Teníamos por delante unos 1000 km para recorrer hasta nuestro primer hotel del viaje.
Las primeras horas en el coche las pasamos casi en silencio, de noche, viendo pasar el asfalto bajo nuestros pies. Ya cerca de Burgos el sol empezó a iluminar el paisaje y nosotros empezamos a estar más activos. Por aquella carretera recordé cuando, hace años, visité con mi familia Santo Domingo de Silos y Burgos. E iba pensando que ahora que vivo en Madrid, hay zonas que me quedan mucho más cercanas que debería visitar por fin y hay otras que me gustaría volver a ver. Sobre las 11:00 - 11:30 paramos en una gasolinera, cerca de la frontera francesa a tomar algo más de café con unos croissants y para hacer unas llamadas a las familias. Cuando terminamos de vaciar vejigas reanudamos el viaje y pasamos de largo por Burdeos, que lo veríamos a la vuelta. Y ya sobre las 15:00 volvimos a parar en una zona de servicio a estirar las piernas y meternos unos bocadillos que preparamos sobre la marcha.
Muchas de las autovías francesas son de peaje, pero merece totalmente la pena. Una cosa a tener en cuenta es que conviene ir con mucho suelto en el coche, ya que bastantes cabinas de peaje tienen una cesta haciendo embudo donde lanzas (literalmente) las monedas, las recoge, cuenta, clasifica y te devuelve el cambio en un instante. Algunas risas echamos a costa de los peajes, pero cada cosa a su tiempo.
Llegamos a Nantes anocheciendo. Pasamos por el hotel para dejar las maletas, darnos una ducha rápida, cenar algo y salir a patear un poco la ciudad. El hotel quedaba bastante cerca de Place Graslin, así que fue nuestra primera parada, donde está el Théâtre Graslin. Desde esta plaza sale Rue Crébillon, una calle comercial y bastante animada, que conecta con Place Royale. Viajar en Navidad tiene ventajas e inconvenientes. Algunos de los inconvenientes son que anochece prontísimo, el frío y el mal tiempo que suele hacer. Pero una de las ventajas es que a los que no le importa el frío, encuentran las ciudades llenas de vida, gente paseando o haciendo compras, y las calles iluminadas para la ocasión.
Seguimos caminando hasta la Basilique Saint-Nicolas, y la encontramos con la iluminación de la fachada apagada. La única luz que había era una estrella navideña encima de la entrada principal y poco más. No entendíamos porque esa poca luz. Y lo que no sabíamos es que a partir de aquel momento ver de noche monumentos sin iluminación se convertiría en una constante durante el viaje. Cuando ya estuvimos en España, y comentábamos la poca iluminación con la que encontrábamos muchos monumentos franceses, conseguimos enterarnos de que se trataba de un plan de ahorro energético del gobierno francés.
Seguimos caminando hasta llegar a la Iglesia de la Sainte-Croix. En una calle, enfrente de la iglesia, abrazo mi trípode (o como yo lo llamo: mi monillo) a un poste de la calle, encuadro, preparo la toma y demás... y aparece una chica fascinada por el trípode preguntando donde lo he comprado, cuanto cuesta, etc. Me pareció curioso, porque desde que lo tengo lo suelo llevar a todos mis viajes y suelo utilizarlo bastante, y hasta la fecha esa chica es la única persona desconocida que se ha parado a preguntarme que carajo es ese trípode y más mostrando tanto interés.
Seguimos caminando hasta llegar a la Iglesia de la Sainte-Croix. En una calle, enfrente de la iglesia, abrazo mi trípode (o como yo lo llamo: mi monillo) a un poste de la calle, encuadro, preparo la toma y demás... y aparece una chica fascinada por el trípode preguntando donde lo he comprado, cuanto cuesta, etc. Me pareció curioso, porque desde que lo tengo lo suelo llevar a todos mis viajes y suelo utilizarlo bastante, y hasta la fecha esa chica es la única persona desconocida que se ha parado a preguntarme que carajo es ese trípode y más mostrando tanto interés.
Desde aquí, Edu, mapa en mano, empieza a guiarnos en busca de la Catedral y el Castillo de Nantes. - Vamos por aquí... creo que es para allá... - Parece que empezamos a alejarnos del centro de la ciudad y cuando llegamos a un solar tremendo rodeado por vallas del ayuntamiento, Edu, mirando el mapa nos dice - Pues según el mapa, este solar de aquí... es la Catedral. - y rompemos los tres a reír a carcajadas. Cuando conseguimos dejar de reír, preguntamos a una pareja que pasaba por allí. La pareja amablemente nos señala donde estábamos realmente en el mapa y nos da indicaciones de como llegar primero al castillo y desde allí a la catedral.
Simplemente había que seguir por la misma calle en la que estábamos y llegamos al Castillo de los Duques de Bretaña sin mucha dificultad.
Bordeando el castillo, íbamos observando las gruesas murallas y echando un vistazo al profundo foso que antiguamente era alimentado por el Loira y al puente de piedra que sirve de entrada principal. Y desde aquí seguimos hasta la Catedral de Saint-Pierre-et-Saint-Paul que, por supuesto, también encontramos sin iluminación.
Una vez vista, y fotografiada la catedral, decidimos volver al hotel a descansar. Al día siguiente teníamos más carretera por delante hasta llegar a París, no sin antes hacer un desvío para recorrer las costas de Normandía.
Al llegar al hotel nos fuimos directos a la cama. Pusimos la tele y estuvimos un buen rato viendo una película, cuyo nombre ni recuerdo. Sólo sé que actuaba Gerard Depardieu y que nos reímos muchísimo viendo como se repartían hostias como panes de kilo. Y como Depardieu y otro actor hacían de varios personajes a la vez (¿creo recordar un ángel, un demonio, un cura, un policía?)
Luego empezó El señor de los anillos: Las dos torres y lo dejamos para ver la lucha de Gandalf y el Balrog. Y lo dejamos puesto con volumen bajito hasta que fuimos cayendo dormidos uno a uno.
1 comentarios:
yo estoy muuu contento con mi GorillaPod :)
puf, tengo tantos diarios atrasados que empiezo a pensar que jamás los voy a escribir XD
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