EPÍLOGO
La perspectiva de un viaje se coge con el tiempo, cuando los momentos se transforman en recuerdos, justo en el momento en el que sólo te acuerdas de los buenos momentos, que son los que perduran.
Releyendo mi diario he descubierto que hablo peor de Bruselas de lo que recuerdo. Es una ciudad fea, gris, pero no es tan horrible como se puede deducir de mis palabras. Ahora dudo, ¿importa más lo que recuerdo, o lo que he escrito teniendo tiempo para pensar? Tampoco difiere mucho, no os voy a engañar. Se salvan pocas cosas, pero las que se salvan justifican una visita. La Grand Place es, sencillamente, preciosa. El ambiente, los gofres, las callecitas llenas de terrazas, la iglesia de Notre Dame du Sablon... o el Atomium, que aún siendo una absoluta absurdez, a mi me gustó. ¿Si nos gusta la torre Eiffel, por qué no nos va a gustar el Atomium? No deja de ser lo mismo, una cosa de metal enorme, sin ningún sentido, pero que cuando te ves debajo, te impresiona. No voy a volver a Bruselas, pero no me arrepiento de haber ido, sólo puedes formarte una opinión de una ciudad cuando la conoces ;)
Hablar de Brujas es repetirse. Por muy bonita que pueda parecer en fotos, no hay nada como vivirla, pasear por sus estrechas calles, descubrir esos puentes, esos canales, esas casitas. Descubrir el Lago del Amor, el patio del Begijnhof, la Markt Platz... Por Brujas hay que perderse, eso sí, de día :) Porque el problema de Brujas es que parece una ciudad de mentira, un decorado de película, como yo la llamo, demasiado preparada para el turismo, donde cuando se hace de noche se vacía, se muere. Pero es entonces cuando la tienes entera para ti, para pasear por los puentes iluminados, los embarcaderos llenos de lucecitas que se reflejan en los canales, las plazas iluminadas tenuemente. De día es una ciudad de cuento, de noche es mágica.
El peor enemigo de una ciudad son las expectativas. Suficiente que te esperes mucho para que te decepcione, suficiente que te esperes poco para que te sorprenda. Brujas no sorprendió, nos dio lo que nos esperábamos, sin embargo, Gante fue todo un descubrimiento. Fuimos porque nos sobraba una mañana, y sólo puedo hablar cosas buenas de ella. Es como Brujas, pero más ciudad. Mucho más monumental, canales más amplios, menos medieval, con menos encanto, pero más real. Son las dos caras de una misma moneda, ofrecen lo mismo, pero de distinta forma. El centro, cruzado por las lineas del tranvía, edificios monumentales, calles amplias, el castillo, imponente, en mitad de la ciudad, y el Graslei, el puerto medieval, que es una maravilla. Además, está todo muy juntito y se ve rápido, así que también es visita obligada. Supongo que también ganó mucho por el tiempazo que nos hizo.
Porque una ciudad te cambia en función del tiempo que te haga. Hasta la ciudad más bonita del mundo te deja un mal recuerdo debajo de una tempestad, y una ciudad gana mucho bajo un sol espléndido. Es ley de vida. Y el tiempo se portó, vaya si se portó, tanto que empezó a nevar justo cuando nos íbamos. Eso es respeto :)
Llevaba años soñando con este viaje, pero no con el destino, sino con la acompañante. Tenía que salir todo perfecto... y salió! Vimos sitios preciosos, tenemos anécdotas que contar, y pasamos un fin de semana maravilloso juntos, que al final es lo que cuenta. En mis epílogos de otros diarios siempre nombro una frase que aquí coge más fuerza que nunca: "lo importante de un viaje no es lo que ves, sino con quién lo ves, no es lo que vives, sino con quién lo vives". Al final, el hecho de que la Grand Place sea un sitio precioso no es lo importante, lo importante es la sonrisa que produce recordarte allí con quien te importa. Cuando miras las fotos, lo importante no es lo que hay detrás, sino lo que hay delante, porque esos 3 días ya forma parte de nosotros :)
Releyendo mi diario he descubierto que hablo peor de Bruselas de lo que recuerdo. Es una ciudad fea, gris, pero no es tan horrible como se puede deducir de mis palabras. Ahora dudo, ¿importa más lo que recuerdo, o lo que he escrito teniendo tiempo para pensar? Tampoco difiere mucho, no os voy a engañar. Se salvan pocas cosas, pero las que se salvan justifican una visita. La Grand Place es, sencillamente, preciosa. El ambiente, los gofres, las callecitas llenas de terrazas, la iglesia de Notre Dame du Sablon... o el Atomium, que aún siendo una absoluta absurdez, a mi me gustó. ¿Si nos gusta la torre Eiffel, por qué no nos va a gustar el Atomium? No deja de ser lo mismo, una cosa de metal enorme, sin ningún sentido, pero que cuando te ves debajo, te impresiona. No voy a volver a Bruselas, pero no me arrepiento de haber ido, sólo puedes formarte una opinión de una ciudad cuando la conoces ;)
Hablar de Brujas es repetirse. Por muy bonita que pueda parecer en fotos, no hay nada como vivirla, pasear por sus estrechas calles, descubrir esos puentes, esos canales, esas casitas. Descubrir el Lago del Amor, el patio del Begijnhof, la Markt Platz... Por Brujas hay que perderse, eso sí, de día :) Porque el problema de Brujas es que parece una ciudad de mentira, un decorado de película, como yo la llamo, demasiado preparada para el turismo, donde cuando se hace de noche se vacía, se muere. Pero es entonces cuando la tienes entera para ti, para pasear por los puentes iluminados, los embarcaderos llenos de lucecitas que se reflejan en los canales, las plazas iluminadas tenuemente. De día es una ciudad de cuento, de noche es mágica.
El peor enemigo de una ciudad son las expectativas. Suficiente que te esperes mucho para que te decepcione, suficiente que te esperes poco para que te sorprenda. Brujas no sorprendió, nos dio lo que nos esperábamos, sin embargo, Gante fue todo un descubrimiento. Fuimos porque nos sobraba una mañana, y sólo puedo hablar cosas buenas de ella. Es como Brujas, pero más ciudad. Mucho más monumental, canales más amplios, menos medieval, con menos encanto, pero más real. Son las dos caras de una misma moneda, ofrecen lo mismo, pero de distinta forma. El centro, cruzado por las lineas del tranvía, edificios monumentales, calles amplias, el castillo, imponente, en mitad de la ciudad, y el Graslei, el puerto medieval, que es una maravilla. Además, está todo muy juntito y se ve rápido, así que también es visita obligada. Supongo que también ganó mucho por el tiempazo que nos hizo.
Porque una ciudad te cambia en función del tiempo que te haga. Hasta la ciudad más bonita del mundo te deja un mal recuerdo debajo de una tempestad, y una ciudad gana mucho bajo un sol espléndido. Es ley de vida. Y el tiempo se portó, vaya si se portó, tanto que empezó a nevar justo cuando nos íbamos. Eso es respeto :)
Llevaba años soñando con este viaje, pero no con el destino, sino con la acompañante. Tenía que salir todo perfecto... y salió! Vimos sitios preciosos, tenemos anécdotas que contar, y pasamos un fin de semana maravilloso juntos, que al final es lo que cuenta. En mis epílogos de otros diarios siempre nombro una frase que aquí coge más fuerza que nunca: "lo importante de un viaje no es lo que ves, sino con quién lo ves, no es lo que vives, sino con quién lo vives". Al final, el hecho de que la Grand Place sea un sitio precioso no es lo importante, lo importante es la sonrisa que produce recordarte allí con quien te importa. Cuando miras las fotos, lo importante no es lo que hay detrás, sino lo que hay delante, porque esos 3 días ya forma parte de nosotros :)
2 comentarios:
A mí me gustó muchísimo más Gante que Brujas... No sabría explicarte (pero lo voy a intentar :P). Aunque Brujas es una pasada, al lado de Gante me pareció más "parque temático". Gante me resultó más auténtico, por así decirlo.
Es que Brujas es como un decorado de película, preciosa pero muy artificial, allí no vive ni Perri :)
Sin embargo Gante es, como tú dices, más auténtica, más amplia, con más ambiente...
De todas formas, como están tan cerquita la una de la otra (15 minutillos en tren), todo el que vaya podrá comparar y opinar jejeje
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